Circular
A todos los fieles cristianos de la Arquidiócesis de Monterrey, ¡la paz esté con ustedes!
Estimados hermanos:
Como es de su conocimiento, este próximo 24 de diciembre, Su Santidad Francisco, deseando que todos experimentemos el amor de Dios, que suscita en los corazones la esperanza cierta de la salvación (cf. Francisco, Spes non confundit , 6) abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, marcando el inicio del Año Jubilar para nuestra Iglesia.
El mismo Santo Padre ha dispuesto que en las Iglesias particulares realicemos la apertura solemne del Año Jubilar el domingo 29 de diciembre, que coincide con la fiesta de la Sagrada Familia.
De esta forma los convoco a iniciar el Año Jubilar reuniéndonos en el Santuario Sacerdotal Diocesano del Sagrado Corazón de Jesús el domingo 29 de diciembre a las 12:00 p.m. (doce del mediodía) para iniciar un peregrinar hacia la Catedral Metropolitana y celebrar en ella la Eucaristía como apertura solemne del Año Jubilar . Este peregrinar será signo del camino de esperanza que, iluminado por la palabra de Dios, une a los creyentes (cf. Francisco, Spes non confundit , 6).
Este peregrinaje es uno de los signos principales de este jubileo, por eso Su Santidad ha dispuesto que todos los fieles que peregrinen a los lugares sagrados jubilares de la Iglesia Universal y participen de la Santa Misa o la Liturgia de las Horas o el Vía Crucis o del Santo Rosario o de los himnos Akáthistos o una celebración penitencial, ganarán la indulgencia durante este año jubilar.
Lo mismo aplicará en nuestra Iglesia particular con el peregrinaje a la Catedral Metropolitana o a cualquiera de nuestras tres basílicas, siendo necesario también participar o en la Santa Misa o la Liturgia de las Horas o el Vía Crucis o del Santo Rosario o de los himnos Akáthistos o una celebración penitencial, ganando la indulgencia durante este año jubilar.
De igual forma podrá ganarse la indulgencia jubilar con la visita devota a la Catedral Metropolitana o a cualquiera de nuestras tres basílicas o a cualquiera de nuestros santuarios marianos. Estas visitas pueden realizarse individualmente o en grupo, siendo un momento privilegiado para que las familias unidas participen de estas gracias jubilares.
Para las personas de alguna manera impedidas para el peregrinaje o la visita, se ha dispuesto que puedan ganar la indulgencia jubilar si unidos en espíritu al resto de fieles, (especialmente en los momentos en los que el Santo Padre o un servidor transmitan a través de los medios de comunicación), reciten en donde se encuentren el Padre Nuestro, la Profesión de Fe y otras oraciones conformes a la finalidad del Año Santo, ofreciendo sus sufrimientos o dificultades. Esto aplica, por ejemplo, a monjas de clausura, ancianos, enfermos, reclusos, quien presta servicio continuo a los enfermos, etc.
La indulgencia jubilar también se conseguirá por la participación en las misiones populares, en los ejercicios espirituales u otros encuentros de formación sobre los textos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia.
Estando llamados durante el Año Jubilar, y durante toda la vida, a ser signos tangibles de la esperanza para tantos hermanos que viven en condiciones de penuria (Francisco, Spes non confundit, 10) la Indulgencia jubilar puede ganarse también a través de las obras de misericordia o de caridad. En especial estamos llamados a vivir las obras de misericordia tanto corporales (dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos) como espirituales (dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los difuntos). Sobresale el llamado que se nos hace a visitar a los hermanos que se encuentran en necesidad o dificultad (enfermos, encarcelados, ancianos en soledad, personas con capacidades diferentes…) como realizando una peregrinación a encontrar a Cristo presente en ellos.
Pido a todos los sacerdotes, en sus propias parroquias y en la Iglesia Catedral y nuestras tres basílicas, estar dispuestos a escuchar las confesiones de los fieles, para que experimenten la misericordia de Dios.
Este Año Santo, según las disposiciones de Su Santidad, finalizará en nuestra Arquidiócesis el 28 de diciembre de 2025 y será clausurado a nivel universal en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 de enero, de 2026.
En este jubileo y toda nuestra vida, practiquemos sin cesar las obras de misericordia para que la vivencia de ésta sea una luz de esperanza para todas las personas que habitamos en este mundo y motor para la reconstrucción del tejido social.