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No. 14/2022
Prot. No. 410/2022
15 de Agosto de 2022

Circular

A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY, ¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!

En tiempos difíciles como los de violencia, sequía y pandemia que estamos viviendo, vale la pena resaltar los momentos de bendición que gozamos y motivarnos a seguir luchando por vivir la sociedad que queremos y aprovechar los dones de Dios.

La unión que experimentamos para meditar y orar sobre la violencia, el acompañamiento a las víctimas de esta y los caminos que hemos de recorrer ha sido un fruto de las jornadas de oración por la paz que en los domingos pasados hemos celebrado: oramos por las víctimas, oramos por sus familias, oramos por los perpetradores de la violencia y pensamos cómo transformar la sociedad. Lo hicimos de manera especial en la santa misa pues sabemos que la eucaristía nos mueve a vivir como verdadero pueblo de Dios.

Por otro lado, recién fui acompañado por muchos miembros de nuestra Iglesia, a visitar a nuestra amorosa Madre del cielo en su casita sagrada del Tepeyac. Delante de ella, celebramos la misa, pidiendo el don del agua, pues sabemos que la eucaristía nos mueve a confiar en Dios. Y al regresar a Monterrey fuimos recibidos por el don de la lluvia. Tenemos que seguir cuidando este vital líquido y siendo solidarios con los menos afortunados, pues a través de ellos auxiliamos a Jesús, nuestro Señor, que desde la cruz clama “tengo sed”.

Así mismo, es una alegría leer y ver que hemos controlado la quinta ola del COVID-19, que se reducen los contagios, que disminuyen las hospitalizaciones, que las muertes por esta enfermedad son muy pocas. Este contexto me lleva a considerar la petición de tantas hermanas y hermanos que desean recibir a Jesús Sacramentado directamente en la boca y no en las manos. Las condiciones sanitarias actuales lo permiten. Así, llamó a todos los párrocos y rectores de iglesias a proveer que haya las dos formas de distribuir la eucaristía: a los fieles que la deseen en la mano, así continuar haciéndolo; a los fieles que deseen recibirla directamente en la boca, así administrárselas.

También el celebrante, según considere oportuno, podrá dejar de usar el cubrebocas durante la celebración siendo obligatorio desde el ofertorio hasta después de la comunión.

La mejora de las condiciones no debe llevarnos a relajar las medidas de prevención, continuemos personalmente y como Iglesia siendo cautelosos. La eucaristía nos mueve a nutrirnos de Jesús, que nunca sea un riesgo para aquellos que lo amamos recibirlo llenos de fe y amor.

Que nuestra Madre Santísima del Roble continúe cubriéndonos con su manto de amor.