Ciudad del Vaticano (www.pastoralsiglo21.org) 14 de abril del 2017.- En la celebración de la Pasión del Señor este Viernes Santo, presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, el Pbro. Rainiero Cantalamessa dijo en la homilía que el corazón de carne prometido por Dios a los profetas es el corazón traspasado de Jesús.
“Si el Cordero vive en el cielo ‘inmolado, pero de pie’, también su corazón comparte el mismo estado; es un corazón traspasado pero viviente; eternamente traspasado, precisamente porque está eternamente vivo”, dijo.
La muerte de Cristo ha cambiado el sentido mismo de la muerte, expresó, por eso se ha mantenido presente durante más de dos mil años.
Se preguntó qué representa la cruz para que sea un árbol maestro entre la agitación del mundo.
“Ella es el ‘no’ definitivo e irreversible de Dios a la violencia, a la injusticia, al odio, a la mentira, a todo lo que llamamos el mal. Y al mismo tiempo, es el ‘sí’, igualmente irreversible, al amor, a la verdad, al bien. No al pecado. Sí al pecador. Es lo que Jesús ha practicado durante toda su vida y que ahora consagra definitivamente con su muerte”
“La cruz no está contra el mundo, sino para el mundo, para dar un sentido a todo el sufrimiento que ha habido, hay y habrá en la historia humana (…). La cruz es la proclamación viva de que la victoria final no es de quien triunfa sobre los demás, sino de quien triunfa sobre sí mismo; no de quien hace sufrir, sino de quien sufre.
Dijo que la era actual se ve marcada por una sociedad líquida en la que ya no hay puntos firmes, valores indiscutibles, ningún escollo en el mar a los que aferrarnos o contra los cuales incluso chocar, pues todo es fluctuante, pero hay esperanza incluso para una sociedad líquida porque encima de ella está la cruz de Cristo.
Habló sobre el corazón de piedra, que es el corazón cerrado a la voluntad de Dios y al sufrimiento de los hermanos, el que acumula sumas ilimitadas de dinero y queda indiferente ante la desesperación de quien no tiene un vaso de agua para dar al propio hijo.
Explicó que lo que dice la Escritura sobre el velo rasgado del templo, el temblor de tierra, las rocas rotas, los sepulcros abiertos y cuerpos de santos resucitados tiene un significado paranético: indican lo que debe suceder en el corazón de quien lee y medita la Pasión de Cristo.
“En una liturgia como la presente, san León Magno decía a los fieles: ‘Tiemble la naturaleza humana ante el suplicio del Redentor, rómpanse las rocas de los corazones infieles y salgan los que estaban cerrados en los sepulcros de su mortalidad, levantando la piedra que gravaba sobre ellos‘”.
Equipo Editorial de Pastoral Siglo XXI