Los obispos de las diócesis colindantes en la frontera entre México y Texas se reunieron en el Seminario de la Asunción, en San Antonio, del 26 al 28 de febrero de 2025; un encuentro bianual que se celebra desde hace cuarenta años para coordinar esfuerzos en la proclamación del Evangelio.
En esta ocasión, el enfoque central fue la situación de los migrantes y refugiados, tema que ha cobrado nueva relevancia con las nuevas administraciones federales en Estados Unidos y México.
De parte de la Arquidiócesis de Monterrey participaron Monseñor Carlos Santos García, Obispo Auxiliar y el padre Marcos Moltealvo Veras, responsable de Casa INDI.
Entre los obispos, participaron los presidentes de las comisiones de atención pastoral a la movilidad humana de las conferencias episcopales de ambos países, Mons. Eugenio Andrés Lira Rugarcía, Obispo de Matamoros – Reynosa y Mons. Mark J. Seitz, Obispo de El Paso. El Obispo Seitz ha presentado una conferencia titulada “Una respuesta pastoral a la crisis migratoria actual desde la frontera”. A él se han sumado intervenciones de dos invitadas, la Mtra. Tatiana Clouthier Carrillo y la Mtra. Cecilia Romero Castillo.
También han participado el Obispo de Piedras Negras Monseñor Alfonso Miranda y el Obispo Emérito de esta diócesis Monseñor Alonso Garza.
DECLARATORIA DE LOS OBISPOS
Los participantes de este encuentro han realizado la siguiente declaratoria:
Queremos hacer patente que la Iglesia Católica siempre ha sido un aliado confiable de nuestros gobiernos, de nuestros pueblos y en especial de todos los necesitados, a través de procesos de acogida, protección, promoción e integración de los vulnerables, incluyendo la colaboración en el reasentamiento de refugiados para lograr su autosuficiencia.
Todos somos corresponsables en la promoción del bien común, salvaguardando simultáneamente la dignidad de todos al encontrar el balance justo entre diversos derechos humanos, como lo es el de los trabajadores y sus familias a que se regularice su situación, el derecho a no ser explotado, el derecho a migrar, el derecho a no tener que migrar y el derecho de todos a que su gobierno garantice la seguridad en su propio país.
Durante décadas hemos denunciado que en Estados Unidos tenemos un sistema migratorio roto que no responde a la realidad. Esperamos y exigimos que la clase política cumpla con su responsabilidad de reformarlo.
A nuestros hermanos migrantes y refugiados queremos decirles que la Iglesia y sus agencias siguen comprometidas con la misión de anunciar el Evangelio, dando testimonio vivo de la caridad del Señor Jesús al servir a todas las personas con dignidad y compasión.
El Papa Francisco nos alienta y nos une como Iglesia y como sociedad para dejarnos inspirar por la parábola del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37). En esta tarea de todos, necesitamos la ayuda Dios y contamos con la intercesión de Santa María de Guadalupe.