Encuentro con adolescentes catequistas / Salón Vasco de Quiróga / 18 de febrero del 2018
Estimados y estimadas jóvenes, adolescentes, que nos acompañan este domingo para agradecer a Dios, primero, que los haya llamado a la fe, pero también que les ha compartido la misión de enseñar a otros como catequistas.
Gracias también a las hermanas y hermanos Caballeros de Colón que celebran con nosotros, lo hacen comúnmente aquí, a esta misma hora, y qué bueno que coincidimos, gracias por ayudarnos tanto.
Estimados jóvenes y adolescentes, la Eucaristía es para mirar a Jesús. Para mirarlo, conocerlo, servirlo, imitarlo, amarlo.
En este primer domingo de Cuaresma vamos a contemplar a Cristo Catequista, a Cristo Evangelizador. El relato del Evangelio nos pone dos asuntos propios de la Catequesis y de la Evangelización: la lucha y el anuncio.
Vemos a Cristo que lucha y vence. Lucha contra el Maligno, contra Satanás y sale vencedor. Esa lucha que todos tenemos que encarar diariamente, esa lucha de la cual tenemos que salir vencedores.
El Demonio, Satanás, ¿qué es lo que susurra al oído de cada catequista? Trata siempre de desanimar, de decirte, “¿para qué te dedicas a eso? Hay otras cosas más agradables y más atractivas”.
Simplemente, perder un poco de tu tiempo en algo que los demás aprecian y que tú quieres ofrecer tu tiempo al Señor. El Tentador, el Mentiroso desde el principio, llamado Satanás, no te quiere dejar estar con Jesús.
El Diablo quiere mentirle a Cristo y seducirlo. Lo pone frente a su pequeñez humana. Si leemos el relato paralelo, según san Mateo, estará de manera más detallada cómo el Demonio trata de disuadir a Jesús de su propia misión.
Desalentarlo, hacerle ver que es un judío sin importancia, de Nazaret, de una familia pobre, hijo de un carpintero, ni siquiera es de la clase sacerdotal, no tiene ningún poder de este mundo.
Y Jesús enfrenta a Satanás y descubre algo bien importante, que es el Hijo muy amado de Dios. Porque esa es la victoria de un catequista, saberse hijo de Dios. No buscar otra escala en la vida sino sólo la de ser hijo de Dios.
La primera lucha que tenemos, estimados jóvenes y adolescentes, es descubrirnos como hijos de Dios.
Lo segundo, el anuncio, la misión, la tarea misionera, lo que hacen ustedes durante el año como catequistas, llevar el mensaje del Evangelio a otros niños y adolescentes.
Pero fíjense qué cosa es lo que anuncia Jesús. En cuatro breves frases sintetiza el Evangelio: “el tiempo se ha cumplido”, “el Reino de Dios está cerca”, “arrepiéntanse” y “crean el Evangelio”.
Cuatro cosas muy sencillas sintetizan la misión, que después, en el Evangelio se hace una especie de “display” y, entonces, podemos ver la totalidad en el Evangelio. Pero esas cuatro frases son la síntesis de la catequesis.
¿Qué cosa anunciamos es lo que anunciamos nosotros a los demás? Primero, el tiempo. El tiempo se ha cumplido. El miércoles de ceniza recordarán que escuchamos de parte del profeta y del apóstol San Pablo el asunto del tiempo, “hoy es el tiempo favorable”, hoy es tiempo de salvación.
El tiempo en la lengua que se tradujo el Evangelio se dice “Kairós”, un tiempo favorable, un tiempo de Dios. Tienen que anunciarle a sus amigos y amigas que este tiempo es tiempo de Dios, siempre favorable. Dios siempre dispuesto a acompañarnos y a estar con nosotros.
Que los niños y niñas se reconcilien con su historia, con su tiempo, como lo tenemos que hacer los adultos de no pensar que solo el pasado estuvo bien. Los tiempos pasados siempre fueron mejores, decía el poeta, pero no es así. Cada momento es bello, cada momento es favorable, cada momento es de Dios.
Lo segundo que tenemos que anunciar es que el Reino de Dios está cerca. Y ¿qué es el Reino? Jesucristo, nuestro Señor. Cristo está cerca, es tu amigo, es tu hermano.
Esto tenemos que anunciarlo a nuestros contemporáneos porque, fíjense, muchachos, es muy fácil caer, tener pensamiento de que uno está solo. El sentimiento de soledad hace mucho daño en los jóvenes, pero Cristo está cerca, el Reino de Dios está cerca.
Lo tercero que tenemos que anunciar es arrepentirse, dicho de otra manera, convertirse. Es cuando tú volteas, vas caminando y das la vuelta. Sabes que tienes que caminar para otro rumbo. Eso es arrepentirse, eso es convertirse, voltear al lado correcto.
A ustedes, muchachos, les toca decirles a sus amigos, a sus catequizandos, cuál es el rumbo correcto, qué es lo que Dios quiere, hacia dónde tienen que caminar. Ustedes saben que hay caminos falsos que son los que destruyen, hay que tener el valor de mirar a otro rumbo.
Cuarta cosa, creer en el Evangelio, en la Buena Noticia. Confiar en Jesús, creerle a Jesús, estar seguros que Él dice la verdad, que la noticia que trae es siempre de salvación.
Estimados jóvenes, en ese pasaje que escuchamos está la síntesis de su catequesis. Es cierto, hay que leerla en toda su amplitud, en todo el Evangelio y en todos los Evangelios. Ahí está la clave para ser un buen joven catequista, un buen adolescente catequista.
Las cuatro cosas: el tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca, arrepiéntanse y crean en el Evangelio. Ese es el antídoto de lo que quiere hacer el Maligno. El Diablo dice lo contrario. El anti-evangelio es lo que sugiere Satanás. Nosotros estamos llamados anunciar el Evangelio, que es el antídoto contra el veneno que pone el Demonio en nuestra mente y corazón.
Gracias, muchachos, por ser tan buenos catequistas, por colaborar con nosotros en las parroquias, por animar a otros de su misma edad para que se encuentren con Cristo y lo amen.
También gracias a ustedes, los señores y señoras Caballeros de Colón, Isabelinas, están en la misma lucha, todos estamos en la misma lucha, creerle a Jesús, ser fieles a Él. Que Dios los bendiga.