“𝙀𝙨𝙩𝙤𝙮 𝙖𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙖 𝙢𝙤𝙧𝙞𝙧, 𝙖 𝙚𝙣𝙫𝙚𝙟𝙚𝙘𝙚𝙧 𝙮 𝙖 𝙢𝙞𝙧𝙖𝙧 𝙖𝙡 𝙘𝙞𝙚𝙡𝙤”.
En una misa solemne celebrada en la Basílica de Guadalupe de Monterrey, el Arzobispo Rogelio Cabrera López compartió un mensaje profundo y reflexivo con motivo de su cumpleaños.
Ante fieles, sacerdotes, religiosas, seminaristas y autoridades civiles, Monseñor Cabrera expresó su agradecimiento sus años de vida y ministerio que Dios le ha concedido, recordando su vocación sacerdotal, que nació cuando era un niño de apenas cinco años en su pueblo natal de Santa Catarina, Guanajuato.
“Siempre soñé con celebrar la Eucaristía, y ese deseo me acompañó toda la vida”, afirmó.
En su mensaje, el arzobispo también reflexionó sobre su experiencia como obispo, un ministerio que asumió con humildad y entrega. Aunque reconoció las dificultades que implica este servicio, enfatizó que siempre ha buscado ser un pastor cercano a su pueblo.
“He servido con gusto donde Dios me ha enviado, y hoy quiero compartir con ustedes lo que he aprendido de la Eucaristía: que es bendición, agradecimiento y unidad”, señaló.
Durante la homilía, Monseñor Cabrera destacó la importancia de la gratitud y el perdón en la vida cristiana. Subrayó que la palabra “gracias” es esencial en el lenguaje humano, pues refleja humildad y reconocimiento por los dones recibidos.
Asimismo, pidió perdón por posibles omisiones o errores durante su ministerio: “Agradecer y pedir perdón van siempre juntos; pedir perdón es el comienzo del agradecimiento”.
El arzobispo aprovechó la ocasión para dirigirse a diversos sectores presentes en la misa, incluyendo a los fieles laicos, seminaristas, autoridades civiles y representantes de otras religiones. Reconoció su labor y los animó a continuar trabajando en favor del bien común. Además, destacó la importancia de las vocaciones sacerdotales y la misión de la Iglesia, mencionando tres puntos esenciales del Evangelio de San Marcos: estar con Jesús, predicar y vencer al mal.
Monseñor Cabrera también reflexionó sobre el paso del tiempo, señalando que está aprendiendo a mirar al cielo con esperanza y a vivir cada día con intensidad: “He aprendido que no son los muchos años ni los días lo que hacen rica la vida, sino el corazón puesto en cada jornada”.
“Estoy aprendiendo a morir, a envejecer y a mirar al cielo. Les pido que oren por mí, para que siempre tenga fe, especialmente en la resurrección”.
La celebración estuvo marcada por un espíritu de gratitud y fraternidad, con la participación de representantes de diversas comunidades religiosas y sociales. Al finalizar, el arzobispo hizo un llamado a los presentes para que sigan amando a la Iglesia, a Cristo y a la Virgen María, y pidió oraciones por él en este último año de su ministerio como pastor de la Arquidiócesis de Monterrey.
“Me queda sólo un año en este ministerio, y quiero terminarlo corriendo con velocidad, como dice el Papa Francisco: evangelizando <sin miedo, sin demora y sin asco>”.
“Hasta el último momento que Dios me conceda, haré todo lo que Él me pida en favor de la Iglesia, especialmente aprendiendo a quererlos a ustedes con respeto y cariño”, concluyó Monseñor Cabrera, quien dedicó la celebración a San Francisco de Sales, patrón de su día de cumpleaños.
En la Santa Misa realizó su juramento y profesión de fe el padre Jesús Treviño Guajardo como Rector del Seminario de Monterrey y el padre Juan Héctor Garza González como director espiritual.
También, un grupo de seminaristas fueron admitidos a recibir las órdenes sagradas.