𝟐𝟎 𝐀𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐒𝐚𝐜𝐞𝐫𝐝𝐨𝐭𝐚𝐥
La noche de este de esta pasado 14 de agosto, se llevó a cabo la celebración de la Santa Misa, con motivo de 20 aniversario sacerdotal de la generación que se ordenó en el año de 2004, para la Arquidiócesis de Monterrey.
La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Monterrey, quien hizo memoria de este importante acontecimiento para la Iglesia de Monterrey.
“Esta Eucaristía quiere ser aquí ante Nuestra Señora del Roble, una ofrenda de la vida de estos hermanos sacerdotes que cumplen 20 años de ministerio, 20 años de ser para la comunidad, sacramento de Cristo”.
“Nos unimos a su alegría y a su agradecimiento, allá en el 2004 recibieron el sacramento del Orden sacerdotal, de manos del Cardenal Francisco Robles, queremos unirnos a este agradecimiento y también con nuestra oración encomendarnos a Dios, porque el camino es largo, nuestra vocación es de larga distancia, es al infinito, a la eternidad, aunque la historia tiene un límite, la historia se mide por años, sin embargo el sacerdocio es in aeternum, sacerdotes para siempre y queremos pues, ofrecer nuestra oración por ellos”.
“Casi unas 40 generaciones de sacerdotes fueron ordenados en torno a la fiesta de la Asunción, desde que estuvo aquí como Arzobispo el Señor Suárez Rivera, Él quiso honrar a la Virgen, ordenando a los sacerdotes en la fiesta de la Asunción y así ha permanecido esta bonita tradición hasta el día de mañana, que también ordenaré aquí en la basílica a 2 nuevos sacerdotes, no podemos no mirar a la Virgen en este misterio de la vida sacerdotal, ella es Madre de Cristo, ella es nuestra madre, ella es la madre de los sacerdotes”, añadió.
“Podría decir que la misión de un sacerdote es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, porque el ministerio sacerdotal tiene 3 responsabilidades: anunciar la Palabra de Dios, celebrar los sacramentos, de modo muy especial la Eucaristía y vivir la caridad. Esas 3 tareas, esas responsabilidades no se pueden cumplir, sin ese requisito que ha puesto el Señor, escuchar su palabra y ponerla en práctica, todo comienza por escuchar”.
Monseñor Cabrera López, invito a los presentes a pedir por los sacerdotes.
“Pidan mucho por nosotros, pidan mucho para que seamos fieles a la Palabra de Dios, para que podamos cumplir con alegría este ministerio que nos supera, cada época de la historia tiene algunas exigencias, en este momento también para nosotros hay muchas exigencias, sobre todo la de la fidelidad a Dios y la fidelidad a la iglesia”.
Finalmente, añadió: “Les pido aquí a los hermanos sacerdotes a que se encomienden a la Virgen María, a que escuchen con humildad la Palabra del Señor y no es fácil, porque cuando estamos preparando la homilía corremos el peligro de pensar cómo se la aplicamos a ustedes, mientras que debía de ser primero qué me dice a mí el Señor y qué puedo compartirle al pueblo de lo que comprendo que me está pidiendo el Señor, es este acto de humildad de escuchar para servir, de recibir para dar”.
Antes de concluir la celebración, el padre Vicente Aldaco, agradeció a nombre de sus hermanos sacerdotes.
“En nombre de todos mis hermanos sacerdotes, queremos agradecerles su presencia, especialmente a nuestro Señor Arzobispo que nos acompaña en este día tan significativo para nosotros, en la Santa Misa en el prefacio de Acción de Gracias a Dios, la gratitud como un don de Dios, se dice: <<𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟, 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑏𝑒𝑛𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑛𝑜 𝑎𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑡𝑢 𝐺𝑙𝑜𝑟𝑖𝑎, 𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑝𝑟𝑜𝑣𝑒𝑐𝘩𝑎𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛>>”.
“Es un don de Dios ser agradecidos y san Agustín decía alguna vez que: la gratitud es la memoria del corazón, cuando hacemos historia, cuando retomamos en una sola celebración como esta, el caminar de Dios con nosotros, el paso que Dios ha tenido desde que nos llamó a entregarle nuestra respuesta, en nuestra vida en este sacerdocio, ha sido un cúmulo de bendiciones experiencias, de pruebas, de todo, lo cual le damos gracias a Dios”.
“Agradecerle a nuestro Arzobispo, a la iglesia que él encabeza y que él representa, que son ustedes; la paciencia que han tenido con nosotros en estos 20 años de entrega y de servicio, agradecerle a nuestras familias, las que están con nosotros en esta vida todavía, las que de algunos hermanos míos que ya han pasado a mejor vida, a todos ellos agradecerles, todo su cariño, su compañía, agradecerles toda la caridad que tuvieron de entregar un hijo al servicio de la iglesia”.
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