Visita parroquial, Parroquia Nuestra Señora de los Remedios
26 de julio de 2018
Buenas tardes hermanas y hermanos, estoy muy contento al darme la vuelta a esta parroquia, parroquia de Nuestra Señora de los Remedios. Junto con su párroco el padre Teo, acabamos de recorrer todas las capillas para darle un saludo a quienes coordinan y animan la pastoral en todas las capillas, gracias porque ustedes también se molestaron en venir un día como hoy, que es día entre semana.
Junto pidamos por las intenciones de ustedes, de toda nuestra comunidad diocesana y por supuesto del mundo entero, hoy, providencialmente la Palabra de Dios nos habla de algo muy importante, Dios nos regaló 5 sentidos, ver, oír, oler, gustar y tocar. Cinco sentidos bien importantes para comunicarnos, por eso la expresión más bella de la comunicación humana es la que tenemos con nuestra mamá, desde chiquitos, desde el vientre materno, desde nuestra niñez.
Podemos acercarnos a nuestra mamá poniendo en práctica, los 5 sentidos, por eso la comunicación más perfecta es la que tenemos con nuestra mamá. También Cristo quiso comunicarse con nosotros a través, de dos, ver y oír, que son los sentidos primeros, universales y necesarios, ver y oír.
Gracias a Dios, la mayoría de ustedes, tienen estos sentidos, ven y oyen, algunos, con el paso del tiempo se nos va atrofiando estos sentidos, necesitamos lentes para ver y cuando se dañan los oídos, hay unos aparatos que nos ayudan a oír.
Jesús dice algo bien interesante, que hay personas que ven, pero no se fijan, que oyen, pero como si estuvieran sordas, por eso dice el Señor, hay mucha gente, que por más que ve no va ver, por más que oiga no va a entender. Es la terquedad de no quererle entender a Dios, porque uno, ante lo evidente, a veces lo niega, es tanta la necedad que uno se empeña en su propia mentira.
El Señor habla de esa terquedad, de no querer ver ni oír, Dios te pone delante de ti muchas cosas para que la veas, te dice su Palabra para que la oigas, pero si tú no quieres no la vas a ver y no la vas oír.
Muchas personas que viendo no ven y oyendo no oyen y le preguntan al Señor, por qué hablas en parábolas, él les dice, yo habló así porque sé que por más que les hable no van a entender. Miren para comprender la Palabra de Dios ni siquiera hace falta saber leer, la Palabra del Señor se hizo para todos, es muy reciente en la sociedad que muchos sepamos leer. Gracias a Dios en México cerca del 80% tenemos la gracia de saber leer, pero antes no era así, el 95% no sabía leer, pero sabían escuchar.
El misterio de Dios se puede comprender, ustedes son testigos, de que a Dios se le puede comprender, el hablar en parábolas, pero habla claro. El profeta Jeremías hizo una bonita comparación, dice: “ustedes en lugar de acercarse al propio manantial de aguas, se hicieron pozos agrietados”.
Cerca de Dios siempre podemos beber la vida, pero hay que acercarse con humildad, que Dios nos hará entender, porque Dios hace que los sencillos entiendan bien las cosas, así lo dijo Jesús: “Padre te doy gracias porque te has revelado a los sencillos”.
Démosle gracias a Dios de que nos permiten verlo y entenderlo.
Hoy es la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelitos de Jesús, tenemos que hacer fiesta, todos queremos a los abuelitos, Jesús también, aunque no lo dice el evangelio, debió querer a sus abuelos. La biblia no nos dice sus nombres porque solo quería hablarnos de Jesús, pero la tradición muy antigua, nos dice que los papás de la Virgen se llamaban Joaquín y Ana, gente sencilla como la virgen.
Quiero animarlos a pedirle siempre a Cristo que les abra los oídos y como dice el Apocalipsis, que nos ponga un poco de colirio en los ojos para verle bien, vamos a pedir por todo, especialmente por nuestros hermanos mayores.
Hace cuatro años y medio invité para que todas las parroquias tuvieran la pastoral de los hermanos mayores, también los hermanos mayores deben ser catequizados, estimados y valorados.
Les voy a contar una anécdota, un día una señora de más de 95 años se acerca y me dice, “señor obispo, soy huerfanita”. Que ocurrencia de la señora, como va a tener a sus papás a esa edad, pero Dios me dio una lección porque años después murió mi mamá y sentí lo que es ser huérfano.
El amor y la cercanía de los padres siempre permanecen, por eso hoy que recordamos a los abuelitos de Jesús, también hagamos memoria de quienes nos han querido y decirle a Jesús, como aquella viejecita, mira soy huerfanito, ayúdame.