¡PARTICIPAR EN POLÍTICA!
Antes, durante y después de las elecciones
Instrucción pastoral sobre la participación política de los seguidores de Jesucristo
“No pido que los saques del mundo, sino que los libres del Maligno.
No son del mundo, igual que yo no soy del mundo” (San Juan 17, 15-16)
INTRODUCCIÓN
1. Para los seguidores de Jesucristo, la participación política siempre se ha visto acompañada de dificultades. Con frecuencia se ha entendido como algo muy lejano a los intereses espirituales; se afirma, erróneamente, que la espiritualidad se desinteresa de los asuntos terrenales y sólo se ocupa de los celestiales. En realidad, de lo único que un discípulo debe alejarse es del mal y del Maligno. Estamos en el mundo y nos ocupamos de todo lo que es importante para el ser humano, pero sabemos distinguir lo que conviene, lo que es bueno y lo que edifica la sociedad.
2. Otra dificultad más tiene que ver con la imagen negativa que muchas veces se tiene de la política: identificarla con algo sucio, falso, pura intriga, culto a la personalidad, etc. Otras personas piensan que es sólo una habilidad, una capacidad para hablar mucho sin decir algo en realidad: palabrería vacía de contenido, demagogia.
3. Sin embargo, desde sus orígenes, la política, en su sentido amplio, ha sido una actividad que nos distingue positivamente a todos los seres humanos, pues, aunque en uno de sus significados representa la búsqueda del poder político, también nos provoca a buscar el bien común. Así lo manifestó un texto, ya clásico, de los obispos latinoamericanos:
“Deben distinguirse dos conceptos de política y de compromiso político. Primero: la política en su sentido más amplio que mira al bien común… En este sentido amplio, la política interesa a la Iglesia y, por tanto, a sus pastores… Segundo: la realización concreta de esta tarea política fundamental se hace normalmente a través de grupos de ciudadanos que se proponen conseguir y ejercer el poder político… En este sentido se puede hablar de política de partido… La política partidista es el campo propio de los laicos”.
4. Cada vez que buscamos el bien común participamos en política en su sentido amplio. En el sentido estricto, se participa en política al emitir el propio voto; o cuando los laicos militan en partidos políticos o, independientes de estos, aspiran a un puesto de elección popular; o cuando se ejerce una función pública.
5. Votar, entonces, no es la única forma de participar en política, pues cada vez que hacemos algo por el bien común también participamos en ella. Pero el voto representa una de sus manifestaciones más importantes, porque de nuestra decisión dependerá en buena medida el futuro de nuestra sociedad por los gobernantes que escogeremos.
6. A nivel federal, el próximo 1° de julio tendremos elecciones para la Presidencia de la República, para 128 Senadores y 500 diputados federales. En Nuevo León votaremos para elegir a 42 diputados locales y a los presidentes municipales y regidores de los 51 municipios que componen nuestro Estado.
7. Es necesario, pues, prepararnos muy bien para la próxima jornada electoral, sin olvidar que ese no será el único momento de nuestra participación política. Esta participación deberá ser permanente, positiva, propositiva, crítica, liberadora y atenta al desempeño de quienes resultaron electos.
8. Así, siguiendo las orientaciones del Papa Francisco, comparto ese mensaje:
“Los pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral del ser humano… Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”.
9. Ofrezco el siguiente pronunciamiento desde mi ministerio de pastor de esta Arquidiócesis, respetando las leyes en la materia, sin tomar partido por algún candidato, sin el ánimo de influir en las decisiones de los fieles, y sólo con la intención de recordar esta seria obligación que tenemos todos los seguidores de Jesucristo.
10. Recuerdo, especialmente a todos los clérigos, que el art. 16 de la Ley General en Materia de Delitos Electorales y el art. 336 de la Ley Electoral del Estado de Nuevo León nos prohíbe a los ministros de culto inducir, presionar u orientar el sentido del voto en favor o en contra de un partido, candidato, coalición o inducir a la abstención. Respetaremos estas leyes.
ANTES DE LAS ELECCIONES
11. El próximo 30 de marzo inician las campañas, aunque desde el pasado 14 de diciembre y hasta el 11 de febrero tuvimos las pre-campañas. Quizá a algunas personas les resulta molesto que las campañas parezcan un “bombardeo” de spots en radio, televisión, prensa y redes sociales, sin embargo, es necesario interesarnos en ellas.
12. Aunque nos puedan parecer excesivos los mensajes de candidatos, partidos e instituciones electorales, necesitamos estar al tanto de la evolución que van teniendo las campañas y conocer las propuestas que plantean los protagonistas, deseando que se distingan por presentar sus propuestas y no por ataques o descalificaciones.
13. Es preciso, entonces, que nos informemos adecuadamente de las plataformas y principios de los candidatos, partidos y coaliciones; analizar su perfil; ver los resultados que hayan tenido como servidores públicos; conocer y analizar los equipos de trabajo que piensan conformar en caso de obtener el triunfo; preguntarnos por su honestidad y capacidad profesional, etc.
14. Es bueno también comentar con familiares y amigos lo que pensamos de las próximas elecciones, quitar la idea tan extendida de que es mejor no platicar de política porque eso nos divide. Estas conversaciones nos pueden ayudar para formar rectamente nuestra conciencia y tomar una decisión informada a la hora de votar.
15. Ciertamente, queremos gobernantes que nos den seguridad y garantías para nuestra paz y prosperidad, tanto personal como familiar. Pero el criterio decisivo a la hora de votar deberá ser siempre el bien común y no el particular, el beneficio del país y, en especial, de las personas más pobres y necesitadas.
16. Como enseñó mi predecesor el Cardenal Suárez Rivera:
“Votar según la propia conciencia, entonces, exige conocer, en la medida de lo posible, las propuestas y plataformas de los partidos y candidatos contendientes, y otorgarles nuestro voto no por posibles beneficios personales, sino para fortalecer a la comunidad toda”.
17. Podemos y debemos motivarnos como comunidad a ir a votar. La abstención siempre es alta, y no son pocos los ciudadanos que por decepción, apatía o miedo prefieren no votar. Nos corresponde, en la medida de nuestras posibilidades, alentar a todos para que voten.
18. Si hemos sido elegidos para participar como funcionarios de casilla, necesitamos aceptar esa responsabilidad como señal de nuestra participación política, inspirada en valores evangélicos. Debemos prepararnos adecuadamente recibiendo la capacitación que se ofrecerá y sólo por una causa verdaderamente grave podemos negarnos.
19. Conviene que durante la semana anterior a las elecciones tengamos acciones que faciliten la toma de conciencia, entre ellas intensificar la oración personal y comunitaria para que invocando la luz del Espíritu Santo podamos cumplir con acierto nuestro deber de elegir a nuestros gobernantes. Como en todas las decisiones importantes de nuestra vida, es necesario que acudamos a su luz para que nos oriente en la dirección que podemos tomar. Sería estupendo unirnos en familia para hacer oración.
20. Tengamos presente lo que, hace ya más de 50 años, los padres conciliares señalaban en el Concilio Ecuménico Vaticano II:
“Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno… El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación”.
DURANTE LA JORNADA ELECTORAL
21. Solo por una causa grave podemos abstenernos del derecho-deber de votar. Si es así, necesitamos suplir esta omisión con una acción igualmente significativa. Sería una falta muy grave no votar por flojera o desinterés. Sólo con una participación responsable podemos colaborar para la construcción de un mejor México.
22. Muchos católicos acostumbramos ir a misa antes de ir a votar. Ojalá este próximo domingo 1° de julio seamos muchos lo que hagamos esto. Participar en la Eucaristía dominical nos permitirá, además de escuchar y reflexionar sobre la Palabra de Dios y de recibir el alimento que es Jesucristo, saludar a otros fieles y animarnos mutuamente para ir a votar.
23. También, son muchos los católicos que acostumbran ir a votar en familia. Ojalá y también podamos mantener esta costumbre, pues ayudará a que los niños, aunque no puedan ejercer todavía el derecho-deber de votar, vayan aprendiendo de sus padres que es necesario participar en los asuntos de interés común como expresión de su fe.
24. A veces pensamos que mi voto, al ser uno solo entre millones, no tiene importancia, por lo que sentimos que una abstención nuestra no afectará el resultado general. No es así; como el grano de mostaza del evangelio (Mateo 13, 31-35), nuestro voto, aunque sea uno solo, ayudará a que la democracia crezca en nuestro país.
25. Puede ser que, al llegar a la casilla, alguien nos quiera presionar para votar en favor de algún candidato, partido o coalición. No lo debemos permitir y conviene que denunciemos esos hostigamientos a las autoridades correspondientes. Vender nuestro voto nos disminuye como ciudadanos y hacemos un gran daño a nuestro país. Como discípulos de Jesucristo, tenemos la obligación de señalar aquello que se aparta de la verdad y la justicia.
26. Al respecto, conviene recordar lo que escribimos los obispos de México en el año 2000:
“El voto, como se ha dicho, es libre y no puede inducirse a cambio de dádivas o de ofrecimientos de beneficios posteriores. No se compra ni se vende”.
27. Ya en la casilla, necesitamos recordar la gran responsabilidad que tenemos al decidir nuestro voto. Al señalar en la boleta electoral nuestra preferencia estaremos apoyando no solo a una persona para que gobierne, sino también a la democracia para que se consolide gracias a nuestra participación.
28. A la hora de votar, podemos reflexionar el mensaje de mi predecesor, el Cardenal Suárez Rivera:
“El derecho al voto nace del hecho de ser ciudadanos de un país democrático… Desde la perspectiva de la moral católica, el deber de votar puede expresarse en las siguientes obligaciones particulares: obligación grave de votar, de votar según la propia conciencia, de votar según las exigencias del bien común, de negar el voto a partidos o candidatos cuyos programas no respeten los derechos fundamentales: familiares, económicos, educativos, religiosos”.
29. Quizá, al salir de la casilla busquen entrevistarnos para alguna encuesta. De nosotros depende contestarla, pues recordemos que el voto, además de libre, es secreto. Por otro lado, revelar por quién votamos, sobre todo a personas con las que tenemos alguna autoridad moral, puede inducir a que ellas hagan lo mismo y eso no es correcto.
30. Convendría, eso sí, que enseñáramos nuestro dedo pintado en señal de que hemos cumplido con nuestro deber de votar; que nos comunicáramos con familiares y amigos: platicarles nuestra experiencia, animarlos a que también la vivan y que acudan a votar. Esta promoción también forma parte de nuestro compromiso cristiano.
DESPUÉS DE LAS ELECCIONES
31. Pero, como lo he venido repitiendo, la necesaria participación política, como expresión de la dimensión social de la fe, no concluye en la casilla electoral. ¿De qué sirve que mostremos, orgullosos, la mancha en nuestro dedo pulgar, si después nos tomamos unas “vacaciones” y dejamos de participar hasta las siguientes elecciones?
32. En primer lugar, para dar seguimiento a nuestro voto, necesitamos estar al tanto de los resultados. Ya en las listas que se colocan fuera de las casillas, ya en los medios de comunicación, podemos consultar las cifras oficiales, privilegiando esos datos sobre los que puedan aparecer en las redes sociales, no siempre confiables.
33. Con el paso del tiempo debemos vigilar que las personas elegidas, que ya ocupan un puesto público, cumplan con su trabajo. Ésta es, quizá, una de nuestras más grandes omisiones, pues con frecuencia no sabemos ni siquiera quién es nuestra diputada o diputado local, que nos representa en el Congreso.
34. Pero, más allá de las elecciones, necesitamos que los fieles laicos, libremente y de acuerdo con sus posibilidades, participen todo el año en la política partidista y en la búsqueda del bien común. Es cierto que los partidos políticos están muy desprestigiados, pero muchos seguidores de Jesucristo pertenecen a ellos y tratan de vivir su fe en esas instituciones.
35. Debemos conocer, dialogar y participar todo el año buscando siempre el bien común, incluso fundando iniciativas que promuevan la educación, la cultura, el deporte, etc. Existen también Organizaciones No Gubernamentales, clubes de servicio, grupos ecologistas, asociaciones de vecinos, movimientos apostólicos, etc., en donde podemos colaborar. De estas agrupaciones podemos aprender mucho. Dialoguemos con ellas.
36. Ya comenté, en otro texto, la necesidad que tenemos de vincularnos a aquellas personas que luchan por un mundo mejor:
“Les invito a no tener miedo de sumarnos a la conciencia y acción ciudadana que está despertando cada día, cuidando por supuesto de no promover aquellas acciones que sean contrarias a nuestra fe…”
37. Este año 2018 es un año electoral, pero todos los años deben ser políticos. No podemos reducir la participación política a las elecciones; necesitamos interesarnos en los problemas de nuestra comunidad, con sensibilidad social y señalando, siempre aquellas cosas que se apartan del Reino de Dios.
38. Debemos tener, además, voluntad de participar y construir. Si bien es cierto que tenemos derecho a señalar todas las situaciones negativas que vemos, y esa sola tarea podría ser válida en sí misma, también debemos proponer alternativas viables a lo que criticamos. No basta, entonces, denunciar lo que vemos mal, debemos anunciar y participar en la construcción de una nueva sociedad. Es oportuno siempre desarrollar nuestro profetismo promoviendo los valores del Reino de Dios e interviniendo con nuestra participación personal y grupal.
39. Les recuerdo que en la cuarta urgencia pastoral de nuestro Plan de Pastoral Orgánica 2018, Comunidad Eclesial y Ciudadanía, indique que nuestra tarea social es responsabilizarnos solidariamente de nuestro bien y el de todos como estilo de vida. Esta responsabilidad no es algo pasajero, sino permanente, como la participación política.
40. De esta manera, estaremos caminando en la dirección propuesta por el Objetivo Arquidiocesano para este 2018: REALIZAR UNA PASTORAL MISERICORDIOSA QUE, A TRAVÉS DE LA ESCUCHA Y EL DIÁLOGO, HAGA POSIBLE EL ENCUENTRO CON TODOS EN LA COMUNIDAD Y EN LA CIUDAD.
CONCLUSIÓN
41. Para terminar, quiero recordar las palabras de mi antecesor, el Cardenal Robles Ortega:
“… un buen católico es necesariamente un buen ciudadano, consciente de sus deberes y derechos sociales, integrado en su comunidad y un constante luchador por el bien y la verdad en su vida y en su ambiente, alguien que sabe ser misericordioso y comprensivo con los demás, pero al mismo tiempo inflexible ante el pecado y el mal en cualquiera de las formas que pueda presentarse en la sociedad” .
42. Vivamos este proceso electoral con mucha fe en Dios, seguros de que nos dará su Espíritu para iluminarnos y fortalecernos. Fe que por tener una clara dimensión social no puede reducirse al ámbito de lo privado y lo individual, sino que, por fuerza, debe manifestarse en nuestro compromiso social y político.
43. No perdamos la esperanza de construir un México mejor en donde brillen los valores del Reino de Dios: paz, justicia, verdad y amor. Esperanza que se funda en la certeza de que Dios nos acompaña y en los esfuerzos que realizaremos para que el proceso electoral sea limpio y transparente.
44. Que todo lo que hagamos, el voto y nuestra participación social y política postelectoral, esté motivado por el amor, por una caridad que no se enfría. Amor que es capaz de combatir la mentira, la avaricia y la violencia con la oración, la limosna y el ayuno, como nos lo acaba de recomendar el Papa Francisco .
45. Que la Virgen del Roble, patrona de nuestra Arquidiócesis, nos siga cubriendo con su manto protector. Que ella, siempre atenta a nuestras necesidades, nos acompañe en este caminar misericordioso que queremos continuar para servir mejor a nuestros semejantes, en especial a los más necesitados.
Monterrey, N.L. a 18 de marzo de 2018
+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
En comunión con nuestro hermano Arzobispo:
+Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar
+Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar
+Heriberto Cavazos Pérez, Obispo Auxiliar
+Oscar Efraín Tamez Villarreal, Obispo Auxiliar