Ciudad del Vaticano. (www.pastoralsiglo21.org) 21 de Mayo del 2018.- Hoy se celebra por primera vez, tras la publicación del Decreto “Ecclesia Mater”, el pasado 3 de marzo, la Memoria de Santa María, Madre de la Iglesia.
En efecto, el Papa Francisco ha establecido que la Memoria de Santa María, Madre de la Iglesia se celebre todos los años el lunes después de Pentecostés. El Papa ha considerado que esta devoción puede favorecer una genuina piedad mariana y el crecimiento del sentido materno de la Iglesia en los Pastores, los religiosos y los fieles.
El título de Madre de la Iglesia fue anunciado por el Papa Pablo VI -que será canonizado el 14 de octubre- en 1964, durante la clausura de la III sesión del Concilio Vaticano II. Los padres conciliares habían pedido con insistencia una declaración acerca de la función maternal que la Virgen ejerce sobre el pueblo cristiano.
En aquella ocasión, el Beato Pablo VI dirigió a la Virgen esta hermosa oración, que podemos rezar también hoy:
“Virgen María, Madre de la Iglesia, te recomendamos toda la Iglesia.
“Socorro de los obispos”, protege y asiste a los obispos en su misión apostólica, y a todos aquellos, sacerdotes, religiosos y seglares, que con ellos colaboran en su arduo trabajo.
Tú, que por Tu mismo divino Hijo, en el momento de su muerte redentora, fuiste presentada como Madre al discípulo predilecto, acuérdate del pueblo cristiano, que en Ti confía.
Acuérdate de todos tus hijos; avala sus oraciones ante Dios; conserva sólida su fe; fortifica su esperanza; aumenta su caridad.
Acuérdate de aquellos que viven en la tribulación, en las necesidades, en los peligros, especialmente de aquellos que sufren persecución y se encuentran en la cárcel por la fe. Para ellos, Virgen Santísima, solicita la fortaleza y acelera el ansiado día de su justa libertad.
Mira con ojos benignos a nuestros hermanos separados, y dígnate unirnos, Tú que has engendrado a Cristo, fuente de unión entre Dios y los hombres.
Templo de la luz sin sombra y sin mancha, intercede ante tu Hijo Unigénito, Mediador de nuestra reconciliación con el Padre, para que sea misericordioso con nuestras faltas y aleje de nosotros la desidia, dando a nuestros ánimos la alegría de amar.
Finalmente, encomendamos a Tu Corazón Inmaculado todo el género humano; condúcelo al conocimiento del único y verdadero Salvador, Cristo Jesús; aleja de él el flagelo del pecado, concede a todo el mundo la paz en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor.
Y haz que toda la Iglesia, celebrando esta gran asamblea ecuménica, pueda elevar al Dios de las misericordias un majestuoso himno de alabanza y agradecimiento, un himno de gozo y alegrías, pues grandes cosas ha obrado el Señor por medio tuyo, clemente, piadosa y dulce Virgen María”.
Con información de: Vatican news.