Con un llamado a la unidad, la gratitud y el perdón, la Arquidiócesis de Monterrey celebró este domingo una solemne eucaristía en la Catedral Metropolitana en honor al papa Francisco, en el marco del Domingo de la Misericordia. La ceremonia, presidida por el arzobispo de Monterrey, reunió a autoridades civiles, líderes religiosos, fieles de distintas parroquias y representantes de comunidades vulnerables.
El acto litúrgico fue descrito como una oportunidad para “unirnos a toda la Iglesia en el agradecimiento al papa Francisco”, según expresó el arzobispo al iniciar su mensaje. Agradeció la presencia de funcionarios estatales y municipales, sacerdotes, obispos auxiliares, religiosas y monaguillos, destacando la unidad del pueblo de Dios en torno a una figura que, según dijo, “nos acompañó durante una historia tan complicada de nuestro mundo”.
“𝐓𝐫𝐚𝐧𝐬𝐢𝐭𝐨́ 𝐜𝐨𝐧 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐝𝐚”
Durante su homilía, el arzobispo pronunció de reconocimiento hacia el pontífice recién fallecido. “Hemos querido, en este Domingo de la Misericordia, agradecerle al Papa Francisco. Decirle: gracias por estos 12 años que, junto con nosotros, transitó esta historia tan complicada de nuestro mundo. Estamos muy agradecidos con él”.
Sin embargo, también dedicó un espacio al arrepentimiento colectivo, al lamentar las actitudes de quienes, dentro o fuera de la Iglesia, han sido críticos o irrespetuosos con el Papa:
“También quiero pedir perdón al papa Francisco, porque muchas personas, por razones que nunca entenderé, lo insultaron, le faltaron al respeto. De una cosa estoy siempre muy contento: que nuestra Iglesia de Monterrey —ustedes, los fieles; los consagrados y consagradas; nosotros, los sacerdotes y los obispos— siempre vivimos en plena comunión con el Papa Francisco”.
El mensaje fue recibido con atención por los asistentes, muchos de los cuales asentían con los rostros conmovidos. “Hoy, pues, le decimos al papa: muchas gracias. Pero también le pedimos perdón. En este mundo tan polarizado y plural, es difícil servir, es difícil guiar a la Iglesia”, añadió.
𝐂𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚: 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐬𝐢𝐨́𝐧, 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐢́𝐚, 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐨́𝐧 𝐲 𝐩𝐚𝐳
El arzobispo articuló su reflexión central en torno a la misericordia, virtud que identificó como el núcleo del pontificado de Francisco. Explicó que, a la luz del Evangelio, hay cuatro elementos esenciales en ella: compasión, compañía, perdón y paz.
“Todo lo que dijo, todo lo que expresó con sus actitudes y su vida, siempre tuvo una raíz totalmente evangélica. En él se demuestra que, cuando eres plenamente humano, también eres divino… El que ama al ser humano, ama a Dios”, afirmó.
Sobre la compasión, resaltó cómo el papa Francisco mostró sensibilidad por los sufrimientos de los demás, al igual que los primeros apóstoles:
“Bastaba su sombra para que los enfermos quedaran curados… Hay sombra cuando hay cercanía, hay sombra cuando hay afecto”.
En cuanto a la compañía, recordó la insistencia del Papa en ser “peregrinos de esperanza” y “compañeros en la tribulación”:
“Ser compañero en la fiesta es muy fácil… pero ser compañero en la tribulación significa ponerte en el mismo lugar de la persona que sufre. Y el Papa Francisco comprendió la tribulación de los más pobres, la tribulación de los migrantes, de los que están en las cárceles”.
La paz y el perdón fueron otras de las virtudes que el arzobispo asoció directamente con el Papa Francisco. Destacó su llamado constante a rezar por los países en guerra y por los hogares que sufren divisiones.
“Si algo tomó a pecho el Papa Francisco fue su preocupación por la paz: en los hogares, en los pueblos y entre las naciones… El que ama a Dios, el que ama al ser humano, también siempre perdona y da la paz”.
“𝐐𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐚 𝐫𝐨𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚”
La misa concluyó con una bendición especial a los enfermos, a quienes se encuentran privados de su libertad, y a toda la comunidad presente. El arzobispo hizo un llamado a encarnar los valores que definieron el pontificado de Francisco en la vida diaria:
“Vamos a pedir a Dios para que el mundo, para que ustedes y yo, tengamos rostro de misericordia. Seamos compasivos, seamos buenos compañeros de viaje y también siempre trabajemos por la paz”.
En medio de un contexto global y nacional marcado por la polarización y la incertidumbre, el mensaje del arzobispo resonó como una invitación a la reconciliación, al amor al prójimo y a mantener la fidelidad a los valores del Evangelio, en comunión con el sucesor de Pedro.
“Que Dios bendiga a la Iglesia siempre. Que bendiga al papa Francisco por su amor, por su presencia, por su calidad humana, por su calidad evangélica”, concluyó.