El Arzobispo de Monterrey, monseñor Rogelio Cabrera López, celebró con entusiasmo y fervor la misa del encuentro y peregrinación de los monaguillos varones de la Arquidiócesis de Monterrey, quienes participaron en una significativa travesía desde la Catedral hasta el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús. Este evento formó parte de un jubileo que brindó la oportunidad a los jóvenes servidores del altar de fortalecer su espiritualidad y su vocación de servicio.
Durante la homilía, el Arzobispo compartió con los monaguillos su propia experiencia de haber sido monaguillo en su juventud, destacando que, en su época, las misas se celebraban en latín, lo que no impedía la conexión espiritual de los fieles con el misterio divino. “El Papa San Juan XXIII, con su visión, permitió que la misa se celebrara en diversas lenguas para que todos pudiéramos entenderla en nuestro propio idioma, un cambio que marcó un antes y un después en la vivencia de la fe”, comentó monseñor Cabrera.
El Arzobispo destacó tres aspectos fundamentales para el servicio de los monaguillos. Primero, la importancia de amar a Cristo con todo el corazón y alma, como se menciona en el libro del Deuteronomio. “Debemos servir con cariño y amor, porque Cristo es el centro de todo nuestro servicio”, expresó. En segundo lugar, enfatizó la necesidad de estar siempre atentos durante la celebración de la misa. “Un monaguillo debe estar concentrado, nunca distraído. La liturgia es un acto sagrado, y debemos prestar toda nuestra atención”, añadió. Finalmente, pidió a los monaguillos prepararse con precisión en sus tareas litúrgicas. “Un buen monaguillo debe aprender a acolitar con exactitud y responsabilidad, desde el manejo del incienso hasta la correcta ejecución de las tareas en la misa”, explicó el Arzobispo.
Monseñor Cabrera también compartió una anécdota personal de su tiempo como monaguillo, resaltando la importancia de la precisión en cada movimiento y la devoción al servicio del altar. Además, alentó a los jóvenes monaguillos a reflexionar sobre la posibilidad de una futura vocación sacerdotal, ya que para muchos, el camino al sacerdocio comienza precisamente con el servicio como monaguillo.
El Arzobispo no olvidó agradecer a los padres de los monaguillos por su apoyo constante, destacando que es fundamental que los jóvenes lleguen a la misa con puntualidad y disposición. “Los monaguillos deben llegar media hora antes de la misa para prepararse adecuadamente y ayudar en todo lo necesario”, recordó.
Finalmente, la celebración concluyó con una oración por todos los monaguillos y un llamado a seguir viviendo este servicio con alegría y dedicación, ya que, según lo destacó el Arzobispo, “ser monaguillo es un acto de amor a Dios, y hoy, con este jubileo, ustedes han ganado una indulgencia plenaria, un regalo de amor de parte de Dios”.
Con este emotivo encuentro, los monaguillos de la Arquidiócesis de Monterrey reafirmaron su compromiso con el servicio al altar y con la fe católica, dispuestos a continuar creciendo en su vocación y entregando su corazón a Cristo.