Durante la homilía dominical de este 30 de marzo en la Catedral Metropolitana de Monterrey, el arzobispo dirigió un emotivo mensaje a la comunidad católica, resaltando la importancia de la paz y la reconciliación en medio de la crisis de violencia que afecta al país. En especial, exhortó a los jóvenes a convertirse en “embajadores de Cristo” y agentes de cambio en la sociedad.
Durante la homilía Monseñor Cabrera López mencionó el asesinato de ocho jóvenes en Salamanca, cuyos nombres fueron colocados al pie del altar. “Nos duele tantas muertes, tantos desaparecidos y más cuando estos actos violentos afectan a personas inocentes”, expresó, condenando la creciente ola de violencia en el país. En respuesta a esta situación, hizo un llamado a las autoridades, pero también a la sociedad, la Iglesia y cada individuo a trabajar por la paz.
Apoyado en la enseñanza del apóstol Pablo, Monseñor Rogelio recordó que los cristianos están llamados a ser embajadores de Cristo, fomentando el diálogo y evitando la violencia. “Es inevitable que haya conflictos, pero sí es posible el diálogo y la reconciliación”, afirmó, tomando como ejemplo la historia bíblica del hijo pródigo. También subrayó la importancia de la familia como refugio seguro para los jóvenes, recordando las palabras del Papa Francisco sobre el derecho de los jóvenes a ser acogidos y comprendidos en sus hogares.
En este contexto, instó a los jóvenes a construir comunidades solidarias y de fraternidad dentro de los grupos juveniles. “Que ningún joven se sienta solo, porque la soledad es mala consejera”, advirtió. Asimismo, enfatizó la necesidad de promover la paz en el entorno digital, pidiendo que las redes sociales sean utilizadas para fomentar el respeto y la concordia en lugar de ser espacios de odio y agresión.
Antes de finalizar, el arzobispo lanzó un llamado contundente contra el consumo de drogas, señalando que estas han sido un factor clave en la crisis de violencia que azota al país. “Jóvenes, no consuman drogas, hacen daño al corazón y a la vida”, alertó, instándolos a mantenerse alejados de estas sustancias y de los entornos que las promueven.
Concluyó su mensaje con una oración por la paz y la reconciliación, pidiendo a Dios que guíe a la sociedad mexicana para erradicar la violencia y el sufrimiento. “Que el Señor nos permita tener una experiencia de paz y recordar que nuestra tarea, como dice el apóstol Pablo, es la reconciliación”, finalizó.
Con estas palabras, la homilía del arzobispo resonó en el corazón de los fieles presentes y de aquellos que siguieron la transmisión, dejando un mensaje de esperanza y compromiso para la construcción de un mundo más justo y pacífico.