Ciudad del Vaticano (www.pastoralsiglo21.org) 12 de abril del 2017.- Como una continuación de sus catequesis sobre la esperanza, el Papa Francisco habló sobre la fuente de esperanza que es Jesús Crucificado en este miércoles durante la Audiencia General.
Dijo que luego de ver a Jesús y su entrada festiva a Jerusalén y después su pasión y muerte, las esperanzas de esa gente se derrumbaron delante de la cruz, pero nosotros creemos que justamente en el Crucificado nuestra esperanza ha renacido. Las esperanzas terrenas caen ante la cruz, pero renacen esperanzas nuevas, las que duran por siempre.
¿Pero de qué esperanza se trata, esta esperanza que nace de la cruz?, preguntó.
Y se refirió al grano que cae en el terreno que, si permanece cerrado a sí mismo, no sucede nada, pero si se abre, da vida.
Jesús se ha hecho pequeño como un grano de trigo, ha caído en la tierra, añadió, pero además, ha vivido el amor hasta el extremo, dejándose fragmentar.
“Justamente ahí, en el punto extremo de su anonadamiento, que es también el punto más alto del amor, ha germinado la esperanza”.
“Si alguno de ustedes me pregunta: ‘¿Cómo nace la esperanza?’ Yo respondo: ‘De la cruz. Mira la cruz, mira al Cristo Crucificado y de ahí te llegará la esperanza que no desaparece jamás, aquella que dura hasta la vida eterna”
En la Pascua, Jesús ha transformado nuestro pecado en perdón, agregó, nuestra muerte en resurrección, nuestro miedo en confianza; con Jesús, toda nuestra oscuridad puede ser transformada en luz, toda derrota en victoria, toda desilusión en esperanza.
Cuando se elige la esperanza de Jesús, se descubre que el modo de vivir vencedor es aquel de la semilla, del amor humilde, dijo.
Parecería una lógica equivocada, aclaró, porque quien ama pierde poder, quien dona se despoja de algo y amar es un don.
“Poseer impulsa siempre a querer algo más: he obtenido una cosa para mí y enseguida quiero otra más grande, y así, no estoy jamás satisfecho. Es una sed terrible. Cuanto más tengo, más quiero. Es feo. Quien es ávido no se sacia jamás. Y Jesús lo dice de modo claro: ‘El que ama su vida la perderá’”.
Quien ama lo propio y vive por sus intereses se hincha solo de si y pierde, en cambio, quien acepta, es disponible y sirve, vive según el modo de Dios: entonces es vencedor, salva a sí mismo y a los demás, se convierte en semilla de esperanza para el mundo.
“Claro, este amor verdadero pasa a través de la cruz, el sacrificio, como para Jesús. La cruz es el paso obligatorio, pero no es la meta, es un paso: la meta es la gloria, como nos muestra la Pascua”.
“El amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza. Y cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Amo? ¿He aprendido a amar? ¿Aprendo todos los días a amar más?, porque el amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza”.
“Contemplemos al Crucificado, fuente de esperanza, Poco a poco entenderemos que esperar con Jesús es aprender a ver ya desde ahora la planta en la semilla, la Pascua en la cruz, la vida en la muerte”.
Equipo Editorial de Pastoral Siglo XXI