Miércoles Santo
En una celebración marcada por el fervor, la unidad eclesial y el compromiso pastoral, el Arzobispo de Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera López, presidió la tradicional Misa Crismal este miércoles en la Basílica de Nuestra Señora del Roble, donde los sacerdotes renovaron públicamente sus promesas sacerdotales.
Los presbíteros llegaron al recinto mariano en peregrinación desde el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, donde previamente participaron en un retiro espiritual de preparación. El emotivo acto formó parte de las celebraciones previas al Triduo Pascual y destacó por su profundo significado litúrgico y comunitario.
Durante su homilía, Monseñor Cabrera recordó el valor simbólico y espiritual de los santos óleos —el de los catecúmenos, el de los enfermos y el santo crisma—, que fueron consagrados y bendecidos en la misma misa para ser utilizados durante todo el año en los sacramentos en las diferentes parroquias de la arquidiócesis.
“Estos óleos son signo de nuestra misión. Nos recuerdan que fuimos ungidos para proclamar el Evangelio, liberar a los cautivos y sanar a los enfermos”, expresó el Arzobispo en un mensaje cargado de esperanza y llamado a la responsabilidad ministerial.
Mons. Cabrera hizo una invitación contundente al clero a “enfocarse” en su verdadera misión pastoral, recordando las palabras del Papa Francisco al pedir claridad de propósito en el servicio eclesial. “No nos distraigamos en lo que no nos corresponde. Lo nuestro es servir a los pobres, a los que sufren, a los que no tienen esperanza”, remarcó.
Monseñor Rogelio destacó también el papel de Nuestra Señora del Roble, patrona de la Arquidiócesis, como guía y protectora de la misión sacerdotal. A sus pies, los presbíteros renovaron sus votos de fidelidad y servicio a Dios y a la comunidad.
La liturgia estuvo marcada por un tono de alegría pascual, en la que se pidió el don del Espíritu Santo para que, incluso en medio de los fracasos y desafíos del mundo actual, los sacerdotes mantengan el “gozo espiritual” y lo transmitan al pueblo.
En la parte final de su mensaje, el Arzobispo hizo tres anuncios importantes para el clero local:
Convivencia teológica el 2 de mayo para conmemorar los 1700 años del Concilio de Nicea, donde se proclamó la divinidad de Cristo.
Retiro sacerdotal del 30 de mayo al 1 de junio, en el marco del centenario de la consagración de México al Espíritu Santo.
La colecta de la Misa fue destinada a la Fundación del Roble, que brinda protección a niñas y niños víctimas de abuso infantil, reafirmando el compromiso social de la Iglesia local.
La ceremonia concluyó con la renovación de las promesas sacerdotales por parte de todos los presbíteros presentes, en un acto de unidad y renovación espiritual que reafirma su vocación al servicio del Evangelio.
“Fuimos ungidos con el óleo de la alegría. Pidamos al Espíritu Santo que en medio de las pruebas nos mantenga el gozo interior para contagiar de esperanza a nuestro pueblo”.
Por Juan Pablo Vázquez Rodriguez