Jueves Santo
Con un llamado profundo a vivir la caridad, la memoria del amor de Dios y el servicio mutuo, el Arzobispo de Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera López, presidió este Jueves Santo la Misa de la Cena del Señor en la Catedral Metropolitana, en el marco del inicio del Triduo Pascual.
Durante su homilía, el Arzobispo agradeció la presencia de los fieles reunidos en la catedral para conmemorar uno de los momentos más significativos del calendario litúrgico: la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Mons. Cabrera recordó que esta celebración es una invitación a hacer memoria del amor extremo de Jesucristo, quien lavó los pies de sus discípulos como ejemplo de humildad y servicio.
“Eso es la Eucaristía: una memoria viva del amor de Dios que se renueva cada día. Cristo nos amó hasta el extremo”, expresó.
En una alusión directa al momento del lavatorio de los pies, el prelado subrayó que el amor cristiano no es unilateral, sino relacional: “La comunidad cristiana solo existe cuando hay reciprocidad: tú me amas, yo te amo. Ese es el mandamiento de la caridad”.
Un signo profético con adolescentes
Como parte del rito del lavatorio de pies, el Arzobispo eligió este año a doce adolescentes, hombres y mujeres, para representar a los apóstoles, en un gesto simbólico que busca enviar un mensaje a la comunidad: los jóvenes también están llamados a vivir el mandamiento del amor, del respeto mutuo y del servicio a los demás.
“Hoy, especialmente los adolescentes requieren mucha ayuda. Todos —los adultos, los padres— tenemos la responsabilidad de apoyarlos, pero también ellos deben asumir el papel apostólico: ayudarse entre ellos, respetarse, colaborar”, señaló Mons. Cabrera.
Además, advirtió sobre los desafíos que enfrentan los jóvenes en la era digital, como la pérdida de sensibilidad y respeto en las redes sociales. “Hace años hablábamos del bullying. Hoy vemos una gran dificultad para convivir. Por eso quiero invitar a los adolescentes a ser sensibles y respetuosos, en la calle, en la escuela, en la casa y también en las redes sociales”, añadió.
Solidaridad con los que sufren
En otro momento emotivo de su mensaje, el Arzobispo compartió que esa misma mañana celebró la Eucaristía en el Centro de Reinserción Social de Apodaca, donde lavó los pies a doce reclusos. Desde ahí, dijo, la Iglesia se une a todos los que sufren: enfermos, migrantes, pobres y personas privadas de la libertad.
“Entramos en comunión con todos los que sufren. Desde aquí, desde la catedral, queremos hacer presente esa solidaridad que nace del Evangelio. Aprendamos de Jesús. No solo lavémonos los pies: ¡pongámonos en los zapatos del otro!”, afirmó.
Un llamado a encender la esperanza
Finalmente, el Arzobispo hizo un llamado a toda la sociedad a vivir el amor de Dios como un camino hacia la paz, en medio de las dificultades que enfrenta el mundo. “Roguemos a Dios por el mundo entero, para que cesen la violencia, la guerra y el sufrimiento. La única manera de encender una pequeña luz de esperanza es el servicio mutuo”, concluyó.
En la celebración se realizó con el rito del lavatorio de los pies, en el que Mons. Cabrera y sacerdotes colaboradores lavaron los pies de los doce adolescentes elegidos, en un signo poderoso del amor que sirve y transforma.