El Arzobispo de Monterrey presidió la misa exequial del diácono Bernardo Ramiro Fernández Ibarra, quien partió inesperadamente al encuentro con el Señor. Durante su homilía, Monseñor Cabrera López destacó la entrega, el amor y la vocación de servicio que marcaron la vida del diácono, subrayando su compromiso con la pastoral carcelaria y su inquebrantable fe en Dios.
La eucaristía, celebrada en presencia de familiares, amigos, miembros del clero y fieles, fue un acto de gratitud y despedida para un hombre que dedicó su vida a servir a los más necesitados. El Arzobispo expresó su pesar por la repentina pérdida, pero enfatizó que la fe cristiana nos llama a confiar en la voluntad divina.
𝐔𝐧 𝐭𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞𝐠𝐚 𝐲 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐜𝐢𝐨
Durante su mensaje, el Arzobispo de Monterrey recordó el amor y la responsabilidad con los que el diácono Bernardo asumió su ministerio. “Me consta su entrega, su cariño y su responsabilidad. Cuando le pedí un servicio tan especial, que fue coordinar la pastoral en los ceresos, inmediatamente dijo que sí, y cumplió con esa tarea con dedicación y amor”, afirmó.
Resaltó que su labor en las cárceles era un apostolado difícil, pero que, con amor a Dios y fe en Jesucristo, se puede servir con alegría y esperanza. También destacó el profundo cariño con el que los internos correspondían al diácono, evidenciando el impacto positivo que tuvo en sus vidas.
𝐔𝐧 𝐭𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐟𝐞 𝐢𝐧𝐪𝐮𝐞𝐛𝐫𝐚𝐧𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞
El Arzobispo hizo referencia a la Palabra de Dios para iluminar este acontecimiento, mencionando tres frases clave de las Escrituras:
1. “Confiando en ti, echo las redes.” – Palabras de San Pedro que reflejan la necesidad de confiar en Dios incluso en los momentos de incertidumbre.
2. “Aquí estoy, envíame.” – Respuesta del profeta Isaías, que simboliza la disposición total al llamado divino.
3. “Por la gracia de Dios, soy lo que soy.” – Expresión de San Pablo que resalta la humildad y la conciencia de que todo don proviene de Dios.
“El ministerio es un acto de confianza en Dios”, señaló el Arzobispo. “Bernardo, al igual que Pedro, confió en el Señor y echó las redes muchas veces, sin saber con certeza el resultado, pero con la certeza de que Dios siempre obra con su gracia.”
Asimismo, subrayó que el diaconado es un ministerio de gratuidad y que Bernardo fue un fiel servidor de los pobres y de los que sufren. “El Señor lo llamó a servir, y él respondió con generosidad, siempre consciente de que su vocación era un don divino.”
𝐔𝐧 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐞𝐧𝐚𝐥
Monseñor Cabrera López también reflexionó sobre la dimensión eterna del servicio cristiano. “El servicio es el prólogo de la eternidad, la antesala del cielo. Bernardo gozó del cielo en su ministerio, y ahora lo vive de manera permanente en la presencia de Dios.”
Al concluir su mensaje, invitó a la comunidad a seguir orando por el diácono y su familia, quienes sienten con mayor intensidad su ausencia. “Pedimos a Dios que les acompañe y que les fortalezca. Rogamos especialmente por su madre, para que el Señor la consuele con su amor infinito.”
Finalmente, dirigió un mensaje de gratitud a los familiares de Bernardo: “Gracias, señora Deyanira; gracias a sus hijos; gracias a toda su familia por habernos compartido el amor diaconal de Bernardo. Que Dios les premie por ello, porque Él es siempre generoso y promete que, si damos uno, nos dará cien.”
La ceremonia culminó con un sentido aplauso de los asistentes, quienes, entre lágrimas y oraciones, despidieron a un hombre cuyo legado de amor y servicio seguirá vivo en la comunidad.
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