En este año 2025 el Papa Francisco nos está convocando como Iglesia a vivir un año jubilar, el cuál tiene como lema _” peregrinos de esperanza” Esta invitación nos pone a toda la Iglesia en modo Misión. Es importante entonces, apropiarnos de la mística y el espíritu que el jubileo nos propone, de tal manera que cada una de nuestras acciones se vea impregnada por la virtud de la esperanza. Al mismo tiempo es importante que podamos vivir el Jubileo desde lo que ya hacemos, valorando las buenas prácticas que como Iglesia ya realizamos.
Nuestro Obispo, Monseñor Rogelio y la Vicaría de pastoral, nos invitan como Diócesis a que podamos tomar ocho signos que nos ayudarán a apropiarnos del Espíritu del jubileo:
El primero de ellos es recorrer la ciudad, siempre con una actitud de escucha, para estar bien atentos a esos espacios y personas donde Dios nos invita a llevar la esperanza cristiana, que nunca defrauda
Otro signo, que tiene que ver con el misterio de la Encarnación, es la invitación a mantener el pesebre durante todo el año jubilar, tanto en nuestras parroquias como en nuestros hogares, y que esta acción tan sencilla, nos permita mantenernos reflexionando y contemplando a Cristo que se ha hecho hombre, y en quien está fundada nuestra esperanza
Luego nos invita a favorecer el encuentro celebrativo, de dialogo y escucha sinodal, en todos los espacios, desde los grupos parroquiales hasta las dimensiones diocesanas, y al mismo tiempo tener una actitud de escucha con aquellos que nos rodean. También nos invita a poner especial atención en experimentar la misericordia de Dios, sobre todo a través del sacramento de la reconciliación, sacramento donde experimentamos el perdón y la misericordia de Dios y que nos ayuda a mantener viva la esperanza en el corazón.
Además, es importante promover el signo de la peregrinación y otras prácticas de piedad popular, de manera personal, familiar y comunitaria, como una manera muy particular de testimoniar nuestra esperanza y fe. Atendiendo a un punto en el que el Papa ha puesto especial atención en la convocatoria del jubileo, nuestro obispo nos invita a llevar la esperanza a las periferias existenciales de nuestra diócesis, como una invitación a contemplar la carne sufriente de Cristo.
Un signo más tiene que ver con una actitud a la que nuestro obispo siempre nos ha invitado a poner especial atención; el ABC de la pastoral, el saludo, la sonrisa y la bendición, y como una respuesta nos invita a ofrecer siempre nuestro servicio y apostolado de manera alegre a todos los hermanos, en todos los espacios de encuentro con ellos.
Finalmente, nos invita a reconocer el lugar tan especial que la Virgen María tiene en este año jubilar, pues en ella podemos encontrar el testimonio más alto de esperanza, y por ello de manera especial el Papa ha invitado a aquellos que peregrinaran a Roma a detenerse a rezar en los santuarios marianos para invocar su protección; como eco de la voz del Papa, nuestro Obispo nos invita durante este año santo a visitar como peregrinos de esperanza, los santuarios marianos que podemos encontrar en nuestra Diócesis.
A lo largo del año jubilar, en la ciudad de Roma se tendrán distintos encuentros que el Papa tendrá con distintos grupos de la Iglesia y de la sociedad; además de estos encuentros en Roma, una gran bondad del jubileo es que todos podemos unirnos espiritualmente desde cualquier lugar, es por eso que, durante el año santo, en nuestra diócesis replicaremos algunos de estos encuentros, a los cuales se nos invitará a participar durante el año. Los invitamos a estar muy atentos a los medios oficiales de nuestra Diócesis y de la Vicaría de Pastoral, donde se nos irán comunicando las fechas concretas en que estos encuentros se llevarán a cabo. Hagamos nuestras las palabras de Papa Francisco, este año jubilar quiere recordarnos el deseo de nuestro corazón del encuentro con Cristo, y con los miembros de su cuerpo, que es la Iglesia misma. Que la esperanza cristiana nos ayude a remendar la red de la confianza en la Iglesia y en la sociedad y que este jubileo sea un año santo caracterizado por la esperanza que no se apaga, la esperanza en Dios, la esperanza que no defrauda. Que Nuestra Madre Santísima la Virgen del Roble, patrona de nuestra Arquidiócesis y a quien celebramos el día de nuestra señora de la expectación o de la esperanza, interceda por nosotros y nos permita hacer nuestra a través de las acciones, esta virtud de la esperanza cristiana.