Misa Basílica de Guadalupe CDMX, peregrinación Arquidiócesis de Monterrey 2018.
Domingo 12 de agosto de 2018
Estimadas hermanas, hermanos, que nos acompañan que ha venido desde nuestra Arquidiócesis de Monterrey. Hermanas y hermanos venidos de otros puntos de la república, estimados jóvenes que han participado en la vigilia de oración, agradezco la presencia de mis hermanos seminaristas, diáconos, presbíteros y obispos.
Todo el que viene a esta basílica siente muy pronto que Dios es su padre, que Cristo es nuestro hermano, que tenemos por la gracia del Espíritu Santo a María como nuestra madre, aquí ocurren siempre milagros.
Venimos desanimados, con problemas familiares, personales y el Señor hace aquí siempre milagros, yo soy testigo de eso, cada vez que vengo a esta basílica, me siento reanimado, también siento en mi corazón el deseo de seguir adelante, creo que esto, todos lo experimentamos.
Porque la mamá nos comunica serenidad, gozo, certeza, buen ánimo, al venir a esta basílica, queremos crecer todos en fraternidad, ser hermanos los que vivimos en Nuevo León, en México y en el mundo entero, porque el amor de una mamá no conoce límites, es el único amor sin condiciones, aquí lo sentimos y experimentamos.
Hemos venido a celebrar la Eucaristía, para entrar en comunión con Dios pero también con nuestra madre la virgen María.
Tres cosas nos sugiera la Palabra de Dios, la primera: levántate y come; la segunda: escucha y aprende del Padre; tercera, no menos importante: no le causes tristeza al Espíritu Santo; y yo me atrevo a agregar una cuarta: no le causes tristeza a tu mamá, la virgen María.
La primera: levántate y come, cuanta falta nos hace el alimento divino, el pan bajado del cielo, Jesucristo Nuestro Señor que bajó del cielo y se encarnó en el vientre purísimo de la virgen María y desde aquella noche en el cenáculo ha querido hacerse presente en la Eucaristía.
Una iglesia que no come el cuerpo de Cristo, ni bebe su sangre, no puede caminar, no puede seguir adelante, como el profeta Elías, el ángel le dice: levántate y come, come porque tienes que caminar un largo camino, esta es nuestra historia, tenemos un camino largo y difícil de llevar pero no estamos solos. Tenemos la fuerza del alimento eucarístico, no se priven de ese alimento, es la fuerza de todo aquel que camina.
La segunda exhortación que nos hace el Señor, escuchen al Padre y aprendan de él. Que importante es ser discípulos de Dios, oír al Padre, quererlo, porque, quien escucha al Padre ama al Hijo, el que no oye al Padre no ama al Hijo, no puede creer en él, que ha venido del cielo que es el Hijo de Dios.
Escuchemos siempre la voz del Padre, aprendamos de él, para que seamos discípulos verdaderos del Señor Jesús.
Tercera exhortación, no le causes tristeza al Espíritu Santo, es decir, alejarnos del mal y hacer el bien, esto es lo que quiere el Espíritu Santo, que tengamos una vida llena de amor, por eso Pablo dice que hay que dejar de lado, rencores, violencia, agresión. Hay que saber amar, que Nuevo León, México y todos amemos al prójimo. No le causemos tristeza al Espíritu Santo.
Una cuarta sugerencia, no le causemos tristeza a la virgen María. Qué le duele a una mamá, que sus hijos no se quieran bien, que sus hijos no se ayuden, que sus hijos no se hablen, es lo que le duele a una mamá, no le causemos tristeza a la virgen de Guadalupe. Aprendamos a perdonar, a comportarnos como hijos del Padre y hermanos de nuestro Señor Jesucristo.
Si estas 4 sugerencias las hacemos nuestras, creo yo, que Monterrey, esta iglesia que tanto queremos, irá por el mundo que quiere el Señor, por eso levántense y coman, escuchen y aprendan del Padre, no entristezcan al Espíritu Santo y por ultimo no le causemos tristeza a la virgen María.
Hemos venido a contentarla, a decirle que la queremos mucho, pero también, llevamos en nuestro corazón la consigna que nos da una mamá, “pórtate bien”, “camina por el camino de la rectitud”, “se bueno con tu hermano”.
Lo sabemos porque así nos lo pide nuestra madre y porque no, también la virgen María nos lo pide, hermanos laicos, seminaristas, padres y obispos, no le causemos tristeza a María nuestra madre, vamos todos con la gracia de Dios a sembrar esperanza en nuestros pueblos, en nuestro país y estoy seguro que si así lo hacemos México será mejor, Monterrey será mejor.
Que Dios nos bendiga y nos dé mucho ánimo, aliento, alegría, porque nos hacen mucha falta, por eso hermanas y hermanos, levántense y coman, escuchen y aprendan, no le causen tristeza al Espíritu Santo y no le causen tristeza a nuestra madre la virgen de Guadalupe
Amén.