Antes de concluir la Santa Misa, en la cual, Mons. Carlos Alberto Santos García, recibió la Consagración Episcopal, dirigió un mensaje a la comunidad, donde manifestó en un primer momento haber realizado al menos 2 borradores.
“Antes de compartir una breve reflexión sobre las lecturas de este día, quiero recordar una frase de san Gregorio magno dirigida a todo aquel que predica la Palabra de Dios; en sus homilías sobre Ezequiel se encuentra una bella expresión que dice: «el predicador debe mojar su pluma en la sangre de su corazón; así podrá llegar también al oído del prójimo»”.
“Partiré entonces de la Palabra de este día mojando un poco la pluma – como dice san Gregorio – en la sangre de mi corazón: el texto del libro del Éxodo se sitúa en un momento “nuevo” para el Pueblo de Dios, justo acaba de «cruzar el mar rojo», ha escapado del peligro del Mar y el peligro de los ejércitos Faraón, ha logrado la ansiada libertad. Parece que ha llegado a la meta, sin embargo, el camino apenas empieza… aunque el paso del mar fue un momento espectacular y abrió un nuevo horizonte para el Pueblo, la meta sigue siendo el Horeb-Sinai, la montaña de Dios. La palabra que Dios me dirige la siento muy clara: “Carlos Alberto, esto apenas empieza”.
Mons. Carlos Santos compartió además su sentir en torno a este nuevo llamado de Dios.
“En estos dos meses y medio desde que supe la misión que se me encomendaba, mis sentimientos han sido muy diversos: he pasado el pasmo a la disposición, del miedo a la confianza, de la incertidumbre a la esperanza; no es que me haya consolidado en uno de estas sensaciones y experiencias, sino que luchado por mantenerme en lo fundamental: la confianza en Dios; al final, como nos decía el P. Enrique Flores en el Seminario: «la vocación sacerdotal es un camino de Fe, y sin la Fe no se puede entender este camino»”.
Mons. Carlitos confesó haber elegido la fecha del 26 de julio, por su amor por la Virgen María.
“El Papa Francisco decidió hacer pública la noticia el 13 de mayo, fiesta de nuestra Señora de Fátima, yo me sentía – de alguna manera – en deuda con ella. Fechas significativas de mi vida han estado vinculadas a María. Por qué no elegirla a Ella en la memoria de sus Padres”.
Finalmente, agradeció al Santo Padre, al Nuncio Apostólico a Mons. Rogelio por su confianza y bondad.
Por Juan Pablo Vázquez Rodríguez