Hermanas y hermanos. He venido a bendecir esta Capilla que está al servicio de nuestros jóvenes y que coordina Raza Nueva. Desde que llegué a la Arquidiócesis consideré oportuno que hubiera un lugar como punto de referencia. Gracias a Dios se dió esta oportunidad y también, gracias a Él, podemos bendecir esta Capilla.
Es importante ver que la Capilla tiene primacía, es primero que todo, para entender que Dios es primero. Cuando uno entiende la primacía de Dios todo queda reordenado en la propia vida. Se fijaron en el relato de Josué que él lanza a los israelitas un desafío: yo, por mi parte serviré al Señor (cfr. Jos 24, 15). Ellos entendieron rápidamente el desafío y dijeron, “también nosotros serviremos al Señor (v.18).
Este pasaje me recuerda que, en el Evangelio según san Juan, san Pedro les dice a sus compañeros, “voy a pescar”, y los demás le responden, “también nosotros vamos a pescar” (Jn 21, 3). Qué importante es, en las cosas de la fe, el que haya personas decididas que, sin presionar, sino por su propia convicción, jalan a otros. Dice el dicho que “las palabras conmueven, pero el ejemplo arrastra”. Alguien puede hablar muy bonito, inclusive hacer que broten lágrimas en los ojos, pero, lo que nos hará cambiar, es otra persona que, aunque no le digan nada, hace aquello que considera que es bueno y necesario. Josué jaló tras de sí a todo el pueblo; san Pedro jaló tras de sí a sus compañeros. Esa es la clave de todo apostolado, de toda misión.
Raza nueva está en misión, aquí están algunos de los misioneros, aquí están futuros misioneros. ¿Cómo vamos a animar a otros para que sigan a Cristo? ¿Cómo vamos a poner en nuestras vidas un pensamiento bueno, un deseo bueno? Cuando vemos que esto es posible, es real, que vale la pena vivir con Cristo, que todo aquello, que un momento consideré agradable y que parecía que le daría sentido a mi vida, y descubro que no es así, comienzo el retorno a Dios, el retorno a Jesucristo. El misionero, el sacerdote y todo agente de pastoral tiene que mover con el ejemplo, tiene que arrastrar con su convicción.
Hay algo muy importante que nos dijo el Evangelio, no impedir a otros el acercarse a Cristo. Reprendió Jesús a los apóstoles porque no dejaban que los niños se acercaran a Él. Les dijo, “no se lo impidan, los que son como estos niños, son del Reino” (cfr. Mt 19, 14). Ésta es también nuestra labor muchachos, señoras, señores: no obstaculizar. No poner un obstáculo, un impedimento, para que los demás se acerquen a Cristo. Sé que, ninguno de nosotros, es un techado de virtudes; que nadie, si es revisado en su totalidad, sale puro y limpio. Pero hay algo que todos podemos hacer, compartirle a los demás aquello que Cristo ha significado en nuestras vidas.
Queremos que esta Capilla y este oratorio sea un centro de comunión espiritual. Muchachos, cuando tengan necesidad de comunicarse con Dios, este es muy buen lugar. Este es el lugar adecuado. Quien le platica a Dios sus problemas, se anima a platicárselos a Otro que realmente le va a ayudar. Porque no todos nos ayudan sino solo aquellos que tienen la sabiduría que viene de Dios. Los misioneros, el padre José Luis y todos los que colaboran en Raza nueva siempre deben pedirle a Cristo su Espíritu Santo, para que de sus labios y corazón salgan buenos pensamientos, buenos consejos, buenos ejemplos.
Ustedes, muchachos, sepan que cuentan siempre con la Iglesia, que cuentan con nosotros. Deseamos que esta casa y este lugar sirvan para su propio bien, para el bien de sus amigos y de mucha gente. Gracias también a los que han colaborado y siguen ayudando para que esto sea realidad. Necesitamos unos de otros, nadie puede hacer todo solo. Siempre en esta coadyuvancia, donde todos los miembros de la Iglesia podemos ayudar y ayudarnos. Que Dios bendiga esta obra, que presentamos como ofrenda al Señor, y que la protección e intercesión de san José Sánchez del Río, les ayude y les acompañe.