Misa parroquia Cristo Rey de la Paz / 3 de junio del 2018
Estimados hermanas y hermanos, fieles de esta comunidad, estimada Ana Lucía. Todos estamos muy contentos y compartimos contigo la alegría de tus 15 años.
He venido con ustedes a celebrar la Eucaristía en este Domingo IX del Tiempo Ordinario Hoy la Palabra de Dios toca la importancia que tienen los días en nuestra vida. Una semana tiene siete días. Y así se hace el conteo también de las fiestas más importantes que la Iglesia heredó del pueblo de Israel.
Celebramos, hace poco tiempo, la Pascua, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi. Siempre celebramos la importancia que tiene el tiempo en nuestra vida. Porque nuestra naturaleza humana depende del tiempo. Y siempre le agradecemos a Dios los días que nos permite vivir.
En Israel el día sábado era el día de descanso y el día del culto o liturgia. Cuando Cristo muere y resucita, la Iglesia muy pronto decidió cambiar el día y celebró el Domingo. Por una razón: Cristo resucitó, no el séptimo día, sino el primer día de la semana. El Domingo es el primer día de la semana.
Hoy estamos en el primer día de la semana, día en que Cristo resucitó y que, para nosotros, es nuestro día de descanso y nuestro día de santificar al Señor.
Pero también tenemos otras fechas que celebrar. Celebramos el aniversario, los 25, los 50, los 100 años, ya sea de las personas o de las instituciones.
Hay una tradición muy bonita en México que celebra los 15 años de los jovencitas. Creo yo que es el único país donde se celebra. 15 años en los cuales ustedes, jovencitas, se presentan a la Iglesia. Siempre las fechas que le queremos agradecer a Dios acudimos a la Iglesia para agradecer.
Algunos niños los presentan a los 40 días de nacidos o a los tres años de edad. Y, en tu caso, es en estos 15 años, para recordar que toda tu vida tiene que ser según Dios, que llegar a los 15 años, en una madurez humana y necesaria, también tienes muchas responsabilidades que asumir.
A partir de tus 15 años, tus papás te darán más oportunidades de tomar tus decisiones propias, un poco más de libertad. Pero también, tu vas descubriendo un sentimiento muy bonito que Dios pone en el corazón: saber amar.
Amar, querer, a un jovencito, enamorarte de Él, que es siempre una cosa buena, porque es un sentimiento que Dios ha puesto en el corazón humano.
Pero, cuanta más libertad tiene uno, mayor responsabilidad. Siempre está esa relación que camina junto. Tengo más libertad, debo ser más responsable.
Cuando estamos en casa, y nuestros papás nos dicen todas las cosas que tenemos que hacer, simplemente, obedecemos. Pero cuando ya tenemos más libertad, viene también la necesaria responsabilidad.
Hoy pedimos por ti para que seas siempre muy libre, pero también, muy responsable. Que sepas ordenar tus sentimientos, que sepas ordenar tu vida como Dios quiere.
Hoy la Palabra de Dios nos habló de guardar el día de descanso, día de santificación. Dijo Jesús dos cosas, “el Hijo del hombre es dueño del sábado”. Cristo es el dueño de nuestras vidas.
Pero también les dijo a las personas, además de esta verdad, el Hijo del hombre, que es dueño del sábado, también dijo en un día, como hoy, “¿qué es lo mejor, hacer el bien o hacer el mal?”
Por supuesto, la respuesta es hacer el bien. Porque cada día, sin excepción, todos los días, son para hacer el bien. No hay un día, no hay una hora, en la que tengamos permiso a hacer el mal. Siempre llamados a hacer el bien.
“Solo hay tiempo para amar, no hay tiempo para odiar”, dice una cantante judía. Porque la vida es tan corta que lo único que podemos hacer y nos saca provecho es hacer siempre el bien, sabiendo que Cristo, nuestro Señor, es el dueño del tiempo, es nuestro dueño. Y Él nos quiere y nos ama, Él nos da libertad, pero nos invita siempre a hacer el bien.
Hermanas y hermanos, agradecidos con Dios porque nos da este circulo tan bonito del tiempo en el que nos pide descansar uno de siete días. Nada más uno de siete.
Por lo tanto, el que no hace nada está fuera de la ley de Dios. La pereza es un pecado capital. Hace mucho daño descansar de más. Dios sabe lo que necesitamos. Y necesitamos trabajar ocho horas si es un trabajo llevadero. Si es un trabajo menos duro, a lo mejor, menos horas.
Los niños tienen su trabajo en la escuela, lo mismo los jóvenes. Todos estamos llamados a servir trabajando, pero tenemos derecho al descanso todos, sin excepción.
Que Dios nos bendiga a todos, nos dé ánimos de trabajar, nos dé la oportunidad de descansar y ser felices. Descansar el cuerpo, del alma, del corazón. Pero también saberle dar gracias cuando tenemos acontecimientos importantes.
Hoy pedimos por ti para que el Señor te acompañe hoy y siempre. Que seas agradecida con Dios, y que vivas como Dios quiere que vivamos todos, haciendo el bien.