Misa de ordenaciones, Basílica de Guadalupe
Miércoles 15 de agosto de 2018
Quiero agradecer a ustedes los hermanos sacerdotes que hoy también comparten con nosotros la alegría felicidades a todos porque hoy celebran también su aniversario sacerdotal, quiero agradecer también la presencia de mis hermanos obispos que comparten la responsabilidad de esta iglesia de Monterrey, estimados diáconos, el día de hoy, por la gracia del Espíritu Santo y por la imposición de nuestras manos, recibirán el orden del presbiterado, agradezco a todos por compartir esta alegría.
Y que mejor celebrar festejando a la madre del Señor, a la Virgen María en su Asunción a los cielos, cuando contemplamos los misterios de la virgen, entendemos cual es nuestra vocación y nuestra misión, comprendemos cual es la Iglesia y cuál es su vocación y su misión, celebrar la asunción, es mirar al cielo, así como la virgen María en cuerpo y alma es llevada al cielo, así también todo la iglesia sabe que hay que llegar donde está Cristo el Señor, con el Padre y el Espíritu Santo, esa es nuestra vocación esa es nuestra misión, jamás podemos olvidarla.
Esta Iglesia que camina en este mundo, que se encarna en las realidades humanas e históricas, sabe que es peregrina, hoy el libro del Apocalipsis, narra esa batalla histórica que tiene la Iglesia, representada en la Virgen María. Tiene que defenderse del dragón que quiere comerse a su hijo que lleva en el vientre, esta Iglesia sabe que debe lucha para hacer presente el amor del Padre en Jesucristo.
Nunca ha sido sencillo, la Iglesia sabe de persecuciones, pero siempre ha mantenido la esperanza viva, hoy vamos a compartir a estos hermanos diáconos, el orden del presbiterado, todo ministerio está siempre en relación a la Iglesia.
Quiero fijarme en algo muy importante para mí, ella dijo poco antes de visitar a su prima Isabel, “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” para después decir “que glorifica a Dios que puso su mirada en la humildad de su esclava”.
Compartimos el misterio de María, ella se proclama la esclava del Señor y todo ministerio es siempre servicio, servicio de esclavitud, somos esclavos, esclavos pero libres, esclavos, pero, hijos.
Que importante tener conciencia de ser ministros, servidores, porque todo lo que hacemos tiene que estar condicionada, por la aceptación de ser esclavos de Cristo como María.
Quiero aplicarlo a las 3 tareas fundamentales que hoy la Iglesia les encomienda primero, son esclavos de la Palabra de Dios, del Evangelio, tendrán que someter sus opiniones personales a la Palabra del Señor, nunca podrán trasmitir una interpretación de las Escrituras que salga del interior herido o molesto, son esclavos del Evangelio, se los entregué el día de su ordenación diaconal, toda su vida por debajo del Evangelio, aceptan llevar una vida conforme al Señor.
La vida del sacerdote, está acotada por el Evangelio, no podemos salirnos de esos límites, tenemos que obedecer a Dios, sus mandamientos, ninguna palabra, ningún sentimiento, ninguna acción puede contradecir la verdad del Evangelio, son ustedes esclavos del Evangelio.
Pero también se les encarga otro de los tesoros más grandes y sublimes, la Eucaristía y sus demás sacramentos, aceptan celebrar con dignidad, no podemos reinventar nada, debemos ser fieles a lo que la Iglesia nos indica, no dispone de lo sagrado a su antojo, porque puede ser que uno tenga la tentación de querer hacerlo de acuerdo a su modo de pensar, pero nunca los sacramentos son para complacer a la gente, es para santificarla y la santificamos en la medida que la celebramos con dignidad, son ustedes esclavos de la Eucaristía.
La Iglesia ha cuidado con celo estos miles de años la Eucaristía y los demás sacramentos, a partir de hoy ustedes tendrán también ese don de Dios, perdonar los pecados del pueblo, también tienen que someterse a lo que manda la Iglesia.
Tercera encomienda, son esclavos de los pobres, están para servir al pueblo, disponibles siempre, yo sé que no es fácil, que están nuestros tiempos, cansancios, lo que nos gusta, pero nosotros tenemos esta misión, cuidar a los más necesitados, a los pobres, enfermos, vagabundos, indigentes, migrantes, el Señor nos ha hecho esclavos de ellos.
Yo quiero animarlos para que lo hagan siempre con alegría, al estilo de María, ella reconoce esclava pero alegre de servir, sean fieles servidores de la Iglesia, de Cristo.
Cumplan con eso que la Iglesia les invita y no se equivocarán, así podrán servir al pueblo de Dios. Hoy enfrentamos crisis en la sociedad, opiniones contrarias, pero si nos critican que sea porque hacemos el bien y no porque hacemos cosas malas.
Me da mucho gusto de consagrarlos sacerdotes, estoy preocupado porque en próximos años serán menos los que se ordena, hay que pedirle a Dios que nos dé vocaciones, pero para que haya vocaciones se necesitan dos cosas, rezar, pedir al dueño de la mies, pero la segunda, el buen ejemplo de los sacerdotes, hoy salen cosas muy negativas de nosotros los sacerdotes, que seguramente desaniman al muchos.
Gracias por querernos tanto, gracias por rezar por nosotros, gracias por acompañar a estos 10 diáconos que hoy reciben el don del sacerdocio, pero toda alegría tiene exigencias, recen mucho, amen mucho al pueblo de Dios, quieran a su Iglesia, vivan en comunión, con el obispo, con el presbiterio y con todo el pueblo de Dios, que el Señor los bendiga, caminando con Cristo, nuestro guía, acompañados con Santa María de Guadalupe.
Que el Señor los bendiga.