Santiago de Chile (www.pastoralsiglo21.org) 18 de enero del 2017.- En su paso por este país, en una visita con agenda llena y rica en detalles, el Papa Francisco dejó un mensaje de calidez y de paz a todos los chilenos, pero especialmente habló de diálogo y de unidad.
Les dijo que su fe era grande “Ustedes saben celebrar cantando y danzando la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios. Así llegan a engendrar actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción”, dijo.
Incluyó a los migrantes. “Aprovechemos también a aprender y a dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo, sin privarnos de todo lo bueno que tienen para aportar”.
A la juventud chilena les advirtió que madurar no es bajar la guardia y aceptar las injusticias: “la verdadera madurez es llevar adelante los sueños, siempre mirando para adelante, no bajando la guardia ni vendiendo las ilusiones”.
Les compartió la contraseña para estar conectados con Jesús, y que usaba San Alberto Hurtado: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”.
La única forma de no olvidar la contraseña que sirve para encender el corazón, la fe y la chispa en los ojos, agregó, es usarla todos los días.
A los universitarios les pidió poner el conocimiento al servicio de la vida y a los obispos chilenos les dijo que la Iglesia no es una élite clerical.
En la santa misa en el aeródromo de Maquehue, enfocada en el progreso de los pueblos, el Santo Padre pidió no desfallecer al buscar el diálogo para la unidad.
“Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. La entrega de Jesús en la cruz carga con todo el pecado y el dolor de nuestros pueblos, un dolor para ser redimido”, dijo.
Para concluir su homilía de la misa celebrada en honor de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile, el pontífice dirigió estas palabras: “Que María, bajo las distintas advocaciones de esta bendecida tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: ‘No tienen vino’, y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras: ‘Hagan todo lo que Él les diga’”.
Equipo Editorial de Pastoral Siglo XXI